FAMILIA

El amor de nuestros ancestros ha trascendido con alegría en nuestras vidas. Somos fieles a la tradición que heredamos, la convertimos en un sueño; mismo que la armonía familiar nos ha permitido hacer realidad.

Desde 1930 Anastasia Vázquez y Gonzalo Ávila, nuestros bisabuelos, iniciaron con la tradición familiar, sembrando, cosechando, transformando y comercializando amaranto, en nuestro pueblo nato, Tulyehualco. Además de sembrar amaranto y una gran variedad de vegetales; tejían el tule que nacía a orillas de su Chinampa para formar petates y chiquihuites.

Años después enseño la tradición a sus hijos, entre ellos Angel Avila Vazquez quien agrando el árbol genealógico con su esposa Juana Canacasco Mundo; juntos continuaron la tradición al mismo tiempo de ser sustento económico para sus 7 hijos. Juana y Ángel se trasladaban en trajineras de Tulyehualco al centro de la ciudad para vender sus productos.

Tres generaciones, un comal de barro, una escoba de popotillo y el vientre de mi madre, trae a cuatro hombres y una mujer, yo, crecimos siendo participes del tostado del Amaranto que cosechaba mi padre, para después transformarlo y comercializarlo en su cajón de madera.

Lidia Sandoval y Apolinar Ávila Canacasco a quienes tengo el honor de llamar padres, nos enseñaron tan admirable tradición y al mismo tiempo una visión distinta. Ya que innovamos y permanecemos, es decir, usamos la técnica ancestral de siembra, amamos y respetamos la fertilidad de la tierra; inspirados en la mejora continua durante el desarrollo de nuestros productos.

Nuestro padre utilizó sus ingresos derivados de la venta como sustento principal de la familia durante cinco años, después, trabajó principalmente en el oficio de cocinero tradicional, aprendió, innovó y tuvo muchos logros que él mismo contará, aun así, continuó con la venta de amaranto y fortaleciendo la tradición los fines de semana, significando un ingreso extra.

Cuando los hermanos mayores cumplieron 12 y 11 años mi padre les heredo a sus clientes, ingresos adicionales pues contaban con un trabajo fijo, continuando la tradición. Mis hermanos se casarón, fortalecieron la estrategia y lograron nuevos puntos de venta (gasolineras y sus propios trabajos). Nuestra madre aprendió a hacer un nuevo producto para nosotros porque ya existía en el mercado, el choco-amaranto, muy bien recibido por nuestros clientes.

Mientras los hermanos mayores cubrían las necesidades de los nuevos clientes los menores nos encargábamos de nuestros primeros clientes, cada quien por su cuenta, ingresos individuales con trabajo colectivo. Siempre ha existido la solidaridad en nuestra familia.

En 2013 hicimos realidad nuestro deseo, iniciando con el registro de nuestra marca, haciéndonos socios de GS1 para adquirir la membresía para EL CÓDIGO DE BARRAS, asistimos a Expo ANTAD por primera vez, aprendimos y continuamos con la constitución de una sociedad de producción rural en febrero del 2014, abrimos una nueva ruta de venta en las colonias Roma, Condesa, Del Valle y Jardines del Pedregal.

Cumplimos nuestra misión apartir de una filosofia ganar ganar, nuestros clientes obtienen deleite a su paladar y balance nutritivo a su cuerpo, y nosotros y nuestros colaboradores obtenemos el sustento económico que nos permite mejorar nuestra calidad de vida y continuar creciendo.

En septiembre 2021 logramos dar un siguiente paso gracias a la asesoría y vinculación con Rogelio Rodríguez Morales, quien además de contar con una larga experiencia en el mercado Retail, posee una calidad humana capaz de dar impulso a empresas formales, fue así como nos vinculó con Ana Rosa Zuart Trejo, presidenta fundadora de Grupo Cimientos Fundación, A. C. Hoy, contamos con el desarrollo de una estrategia incluyente que en su primera etapa, diversas presentaciones individuales y en paquete que permitirán la oferta de innovadores productos individuales y en paquete otorgando el beneficio del crecimiento a toda la cadena productiva con empresas mexicanas aliadas para la recuperar la economía particular y nacional; el buen éxito será posible con el trabajo colaborativo.

Lidia Ávila Sandoval

noviembre 2021.